RESUMEN
DEL MENSAJE DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL EN LA FESTIVIDAD DEL
CORPUS CHISTI, DÍA DE CARIDAD 2012.
FESTIVIDAD
DE CORPUS CHISTI, DÍA DE LA CARIDAD ( 10 DE JUNIO DE 2012)
Celebramos la
solemnidad del Corpus Chisti, Día de la Caridad, ya que el Cuerpo
entregado y la Sangre derramada del
Señor constituye para nosotros a través de la historia, la manifestación mayor
del amor de Jesús a los hombres.
Al contemplar en esta
festividad el misterio de la vida entrega por amor, que es la Eucaristía,
nuestra mirada y nuestro corazón de pastores se dirigen a todos los hermanos
que sufren cualquier necesidad en su cuerpo y en su alma. Para todos ellos tuvo
Jesucristo gestos de atención y de ayuda. En estos años se hace más
perceptibles las carencias personales a causa de la crisis que estamos
sufriendo. De una forma u otra, todos tenemos presente el drama de la pobreza,
el hambre y la exclusión social. A las víctimas de estas situaciones queremos
ofrecer la entrega solidaria y el mensaje de esperanza que nacen del amor de
Dios. Queremos manifestar también
nuestro agradecimiento más sincero a todos los que ponen sus bienes, su tiempo
y su esfuerzo al servicio de los pobres, de los marginados y de los más desposeídos.
Agradecemos las oraciones de quienes encomiendan a Dios los hermanos que sufren
necesidad, para que les fortalezca en los trances difíciles.
El Papa Benedicto XVI,
refiriéndose a la problemática de la falta de empleo, dice: “El estar sin
trabajo mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o
privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones
familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual”.
Una pobreza de orden material genera otra de orden espiritual.
Por otra parte, abriendo la mirada a la realidad
mundial, no podemos olvidar que una de cada seis personas no saben si comerán
hoy.
La Eucaristía nos hace ser pan partido y repartido.
Ante las necesidades
ajenas, Jesucristo se conmueve, su ejemplo nos enseña que la verdadera
compasión comienza por estar solícitamente atentos a las necesidades de los
otros y hacer todo lo posible por remediarlas.
Jesús al darnos su
Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía, no sólo nos enseña a compartir el pan,
sino a hacer de nuestras vidas una mediación de
su amor a los más desposeídos. El Señor ha querido necesitarnos para
llevar la luz y la vida a los que carecen de ella; luz que nos permite conocer
la verdad, y la vida que como el agua prometida por Jesús a la Samaritana,
salta hasta la vida eterna.
No busquemos nuestro
propio interés, sino el bien de todos. No podemos quedarnos de brazos cruzados
ante la situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros,
pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas. Que nadie
busque su interés, sino el prójimo.
Es hora de pasar de la
compasión a la acción. No es posible vivir ajeno a los cinco millones y medio de
hermanos nuestros que no tienen trabajo; y a miles de empresas abocadas a
reducir sus plantillas o a cerrar las puertas; al millón y medio de familias
con todos sus miembros en paro.
Es tiempo de
convertirnos pasando de la compasión a la acción, y asumiendo un claro
compromiso a favor de los más necesitados.
Hoy sigue Dios
pidiéndonos que seamos responsables de nuestros hermanos, y no vale responder
como Caín: “¿Soy acaso guardián de mi hermano?, yo me ocupo de lo mío y nada
tengo que ver con mi hermano.
Todos estamos llamados
a compartir haciendo verdad en nuestra vida el lema de Cáritas en este año para
el Día de la Caridad: “Vive sencillamente para que otros, sencillamente puedan
vivir”.